Aun cierro los ojos y siento el calor de tus dedos posándose sobre mi cuello,
Puedo sentir el tacto de tus labios como queman los míos lento.
Fuiste la ninfa que escapo del río de mis lamentos,
La ternura con que me vestí cada noche al volver al lecho,
Fue tu piel mi mejor traje por las madrugadas
Tus brazos, la taberna siempre abierta con unos pechos que embriagan.
Te cierras en un abrazo mientras me envuelves en tu fino cuerpo,
A fuera haces que pase el tiempo demasiado rápido y la noche va muriendo,
Como así también mis esperanzas de verte mañana,
Si no quieres cariño al menos llévate mi alma.
Me rozas con tus pupilas al mirarme y me siento imperfecto,
La rima se complace con tu recuerdo, mis manos escribiendo.
El tiempo que compartimos ha ido muriendo;
Pero nuevos amores nos revivieron.
Aquel precoz niño que no sabía darte lo que tenía, se siente solo hoy;
Aquel que busco cobijo en el nido de tu corazón.
Poco queda de aquel niño que te quiso por sobre todo,
Solo los recuerdos por los que aun lloro,
Las tardes que juntos nos envolvimos en un solo cuerpo,
Las tardes en que nos desenvolvimos sobre la misma cama.
El sudor del sexo bien amado,
El sabor del “te quiero” con sabor a nada.
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